Excepciones al principio de diálogo inclusivo
En el marco del proyecto de investigación INCLUSIVITY, entrevistamos a 76 ciudadanos de Cataluña (entre 2022 y 2023) con diversos orígenes y opiniones políticas para recopilar datos tanto cuantitativos (números y estadísticas) como cualitativos (opiniones personales) sobre cómo las personas se enfrentan a los desacuerdos políticos en la vida cotidiana en contextos polarizados. Usando esta combinación de métodos (incluyendo preguntas cerradas y abiertas en entrevistas de aproximadamente 2 horas de duración), una de las preguntas interpelaba a los participantes si estaban de acuerdo o en desacuerdo con un principio, general y abstracto, de diálogo inclusivo. Este principio hace referencia a una posible norma no escrita que anima a las personas a escucharse mutuamente y a comprender perspectivas diferentes, independientemente de las opiniones de la otra persona. Más específicamente, preguntamos a los participantes cuánto estaban de acuerdo con la siguiente afirmación: "pese a nuestras diferencias, uno/a debe escuchar a cualquier persona de la sociedad, dialogar sinceramente con ella y tratar de comprender/empatizar con sus opiniones, comportamientos y experiencias”. Los participantes calificaron su acuerdo en una escala que iba del 1 al 7, donde 1 significaba que estaban completamente en desacuerdo y 7 que estaban completamente de acuerdo. Los resultados indicaron niveles muy fuertes de acuerdo: 61 de los participantes (el 80%) eligieron una de las dos puntuaciones más altas (6 o 7) y la media fue de 6,12 sobre 7 (para más detalles, véase nuestro informe de trabajo de campo, páginas 22-23).
Después, pedimos a los participantes que explicaran sus respuestas anteriores y que reflexionaran sobre cómo el principio del diálogo inclusivo influye en cómo se comportan con los demás, es decir, hasta qué punto tratan de aplicar este principio en su vida cotidiana. Las respuestas (que normalmente duraban entre 3 y 5 minutos) revelaron sus experiencias personales con las conversaciones sobre política, destacando los desafíos y contradicciones que enfrentan al tratar de practicar el diálogo inclusivo en la vida real. Si bien la mayoría estuvo de acuerdo en que participar en conversaciones políticas con todos es importante, también describieron situaciones en las que sintieron que estaba bien no seguir este principio. Por ejemplo, un participante respondió: "como utopía, es genial, es maravilloso. […] Lo intento, pero no puedo". Tales respuestas resuenan con la fórmula cómicamente conocida como "Sí, pero" (véase esta popular cuenta de redes sociales, del artista de Internet Gudim), la cual ilustra de manera caricaturesca las contradicciones entre lo que las personas creen o afirman y lo que realmente hacen. Nuestros participantes consideraron que al menos tres tipos de excepciones al principio del diálogo inclusivo estaban justificadas, las cuales resumimos en el meme que precede al texto.
Sí, pero así no
En primer lugar, hubo situaciones en las que los participantes consideraron que faltaban las condiciones para un verdadero diálogo político. Muchos enfatizaron la importancia de la comprensión mutua y la empatía, señalando que es esencial que ambos individuos en una conversación estén dispuestos a escucharse y respetarse mutuamente. Como dijo una participante, Aina*: "hay que dialogar, hay que ser empático, hay que encontrar soluciones, pero cuando una persona ha demostrado antes en repetidas ocasiones que no está dispuesta... es decir, dos no dialogan si uno no quiere". También, como expresó Rosario: "sí, estoy a favor de escuchar, pero también de ser escuchada". Otra razón para esta excepción es la falta de un posible acuerdo o resultado compartido para aquellos que esperan algo de ese diálogo. Algunos participantes consideraban que no tenía sentido entablar un diálogo político cuando ya conocen la opinión de la otra persona, especialmente cuando sus puntos de vista están demasiado alejados. Entonces, "¿para qué insistir?", como dijo Carolina. Por último, y estrechamente relacionado con la excepción anterior, surge la imposibilidad de hacer cambiar de opinión a alguien. Algunos participantes reconocieron que, si bien podría ser posible tener un debate una o dos veces, si la otra persona no está dispuesta a cambiar sus opiniones, tal vez no valga la pena continuar. Manuel, por ejemplo, argumentó: "igual la primera vez sí, lo puedes debatir, pero si no va a cambiar, pues ya…".
Sí, pero sobre esto no
Una segunda excepción se refiere a la sensación de los entrevistados de que es imposible hablar de ciertos temas delicados. Un tema común que surgió como difícil de discutir con otros fue el debate sobre la independencia de Cataluña. En palabras de Luis: "ahora, en la sociedad catalana, hay ciertos temas que no tocas [...] porque sabes que van a acabar levantando ampollas". Del mismo modo, Laura era consciente de sus propias contradicciones: "estoy totalmente de acuerdo con esta afirmación [sobre el diálogo inclusivo], pero yo, en según qué temas, soy incapaz de empatitzar. […] Por ejemplo, el tema de los independentistas, me parece que es uno de mis temas tabú". Otros fueron menos directos en evitar el tema de la independencia como tal y justificaron su negativa a discutir este tema en términos de respeto a la legalidad. Enrique es un buen ejemplo de esto: "¿hay que dialogar con todo el mundo? Sí, pero si alguien te propone algo fuera de la ley, pues, no".
También se mencionó el discurso de odio para justificar esta excepción a la norma. Por ejemplo, Marc destacó la necesidad de escuchar todos los puntos de vista, pero duda cuando algunas personas expresan opiniones de odio. Dijo: "evidentemente, debemos escucharnos unos a otros [...] pero dentro de esto me pongo más al medio, porque, ojo... porque hay gente que tiene discursos... ¿no? Estos discursos que ya son de odio”. Más específicamente, algunos entrevistados establecen directamente límites claros sobre temas que consideraban que podían poner en tela de juicio los derechos humanos. Por ejemplo, Jesús afirmó: "nadie discutiría, por ejemplo, sobre la esclavitud porque ya lo hemos superado" y, en la misma línea, Andrés señaló que el racismo cruza una línea roja para él: "completamente [de acuerdo], hay que empatizar; [pero] hay un límite, existe y hay un extremo”. En relación con esto, algunos participantes señalaron que las conversaciones sobre orientación sexual y género también pueden ser complicadas y a veces pueden funcionar como exenciones del diálogo inclusivo. Según Luis, al hablar con ciertas personas, puede haber temas que deben evitarse para prevenir molestias. Más específicamente, decía: "si estás con un homosexual, igual no tocas ciertos temas que le pueden llamar la atención […] o al revés, ¿me entiendes? Si estás con una chica, pues, igual no tocas ciertos temas o igual ella no te va a hablar de otros temas contigo".
Sí, pero contigo no
La última excepción se refiere a los participantes que consideran justificado evitar el diálogo con personas que difieren en sus opiniones políticas. Una vez más, las discrepancias sobre el controvertido tema de la independencia catalana ocuparon un lugar destacado en estas consideraciones. Por ejemplo, Rosario, partidaria de la independencia de Cataluña de España, mencionó que, si bien cree que todos deben ser escuchados, ella traza una línea en el caso de miembros de la extrema derecha y del partido político nacionalista español Vox, debido a sus puntos de vista. Ella admite: "con los de Vox les tengo puesta como una barrera, ¿sabes? Ya digo “guau, a ver, ¿qué me explicarás, tú, ahora?”, porque... la forma que tienen de pensar no... No sé dónde irán a parar”. Del mismo modo, Mauricio, que se opone a la independencia de Cataluña, insistió varias veces en que siempre trata de empatizar con los demás. Sin embargo, él relataba que rechazó una invitación personal para reunirse y almorzar con un político independentista: "yo no como con gente que llevan años con los lazos amarillos [en apoyo a los políticos independentistas catalanes encarcelados] colgados de la solapa".
Los entrevistados también evitaban hablar con personas intolerantes, a las que se referían, según las opiniones y experiencias personales de los participantes, como fascistas, nazis, racistas, xenófobos o extremistas de derecha o de izquierda. En palabras de Andrés: "empatizar, entiendo la lógica y cuando encuentro alguien que piensa todo lo contrario a mí, excepto que sea muy intolerante, intento escucharlo o intento discutir hasta que me convenza o no". Del mismo modo, Guillem expresó su "disposición condicional" a hablar de política: “con todo el mundo que tenga argumentos [sí], pero yo con la extrema derecha normalmente no me voy a sentar a hablar de nada; ¿para qué?". Otro tipo de excepción era el de evitar hablar con personas con intenciones o comportamientos delictivos, como dijo Dolores: "sí, claro que hay que escuchar, dialogar, etcétera... siempre y cuando sea una persona cuyos fines no sean la delincuencia... o algo por el estilo". Finalmente, algunas personas también se echaban para atrás con personas que consideran incultas o irrespetuosas, describiendo las conversaciones con tales personas como frustrantes. Las palabras de Enrique, en este sentido, son bastante contundentes y se explican por sí mismas: "hay gente muy inculta y [con la] que hablar es muy complicado, que no saben de la misa la mitad y dicen barbaridades por su boca, pero barbaridades, y, claro, es complicado dialogar con la gente".
Reflexiones finales
Ahora bien, ¿qué podría explicar estas aparentes contradicciones entre el apoyo autodeclarado de los participantes al diálogo inclusivo en general y los muchos "peros" que las personas expresan inmediatamente después cuando se les pregunta sobre sus propias experiencias y comportamientos? Hay varias interpretaciones posibles de estas discrepancias, pero una participante, Marta, apuntaba a una explicación muy plausible: "nadie va a reconocer que no quiere empatizar con los demás ni quiere comprender, ¿no? Porque es quedar… es políticamente incorrecto, ¿no?". ¿Simplemente fingen estar de acuerdo con la norma para quedar bien ante los demás? ¿O la incoherencia entre sus valores y sus comportamientos los lleva a cubrir sus contradicciones de esta manera? Quizás algunas de estas excepciones son límites a la norma, con lo cual matizan la formulación ideal del diálogo inclusivo. Debemos seguir debatiendo sobre estos temas para ir construyendo una sociedad más inclusiva. Sí, de acuerdo, PERO nuestro espacio aquí ha terminado ;)
*Téngase en cuenta que, para proteger el anonimato de nuestros participantes, nos referimos a ellos utilizando seudónimos en lugar de sus nombres reales.
Texto originalmente publicado en el sitio web del proyecto de investigación INCLUSIVITY: Inclusive dialogue? “Yes, but…” - INCLUSIVITY - Inclusivity Norms to Counter Polarization in European Societies.
Versión en catalán: Entrada de blog: Diàleg inclusiu? "Sí, però..." | COALESCE Lab.
Versión en inglés: Blog post: Inclusive dialogue? “Yes, but…” | COALESCE Lab.